viernes, 25 de abril de 2008

Cuando un adolescente no quiere estudiar










Cuando un adolescente no quiere estudiar, muchas veces se atribuyen las dificultades a la escuela, a los programas perimidos, a los contenidos desactualizados, a los profesores con falta de capacitación, etc. Si bien algo de esto es cierto, no lo es todo.
Se muestra apático.
El entorno que rodea al joven y su ámbito familiar es de una importancia fundamental e influye directamente. A veces se lo subestima “¡pero mirá las notas que sacaste, sos un inútil!”, “¡sos un vago, nunca estudiás!”,“¡hay que ser burro para no aprobar esa materia!", sin detenerse a pensar cuáles pueden ser las causas por tanto desinterés en el estudio o en la escuela.El bajo rendimiento escolar no siempre es responsabilidad exclusiva del joven, a veces está expuesto a conflictos del medio familiar, problemas con los hermanos, con los padres, falta de comunicación, la separación o el malestar entre los padres, las crisis económicas y/o laborales, enfermedades graves etc. Son situaciones que lo afectan, lo tensionan, y sufre en soledad la inestabilidad emocional que perturba su rendimiento, su carencia de disposición para el estudio u otras actividades, su falta de concentración y dedicación. Se encuentra en un atolladero y las conductas erráticas suelen ser actuaciones de su padecimiento. El adolescente es frágil aunque aparente ser lo contrario.Un adolescente que va a la escuela y encuentra allí un grupo de pertenencia, compañeros, grupo de amigos, docentes de quienes siente que tiene cosas para aprender, que le transmiten valores y conocimientos, encuentra allí espacios de identificación, donde poder hacer lazo. Ir a la escuela es una motivación cotidiana a pesar de sus quejas.Cuando tiene dificultad para relacionarse con pares, por su inhabilidad para socializar, porque es vulnerable a los comentarios y se siente rechazado, la escuela representa un lugar hostil y amenazante.La adolescencia es la edad de todos los posibles. También es la edad de todos los desafíos, de los impulsos, de asumir riesgos, de conductas desajustadas. Los accidentes, la violencia, las reacciones desmedidas, el consumo excesivo de alcohol o de drogas son los signos de la fragilidad de esta edad.El estudio no representa un objeto valioso a alcanzar; los estudios universitarios que eran promesa de un buen trabajo para las generaciones anteriores, perdió el brillo para los jóvenes de hoy.La extensión de los estudios y el difícil acceso a un primer empleo y la precariedad de éste hacen poco deseable la entrada a la vida adulta y la retrasan en una adolescencia prolongada.